viernes, 25 de diciembre de 2015

ABRAZOS DE LUNA

 Texto y fotos: Cristina M. Sacristán




Anochecer sobre la Ría de Bilbao, con el monte Serantes al fondo.




  Es curioso cómo algunas personas abrazan y besan más en Navidad.

   Algunas lo hacen por la bula social: esta sociedad trepidante y dura abre la veda del abrazo, y entonces algun@s se deshiniben y dan rienda suelta a sus sentimientos. Porque ahora no está mal visto sonreír y besar, ni regalar ni lanzar bellos deseos...

  El resto del año la realidad acogota. Con los recortes, la corrupción, los desahucios, las guerras y los niños muriendo de hambre... a veces hay que hacer un esfuerzo para reír. Otras, amar es precisamente lo que nos salva de todo ello; reír y abrazar, entregarse y hasta equivocarse con la entrega. Pero, ante todo, no ceder al chantaje de la injusticia y de los lados oscuros del ser humano...

  En este periodo, en cambio, suelen invitarnos a sonreír, festejar y amar El Corte Inglés, Giorgio Armani y el Gobierno. De hecho, son tan insistentes que nos estresan: ¡Hay que ser feliz, hay que abrazar, tenemos que querernos!
  Y quien no regala es un tacaño, y quien no es regalado no es querido.
  Así que pasamos del "ni tanto" al "ni tan calvo" con la misma sinrazón que las habituales guerras, la muerte de menores por pobreza o los feminicidios.

  Hay quienes se sienten realmente cómod@s en ese rol, precisamente porque es ficticio. Y, mientras te boicotean y ponen la zancadilla en febrero y en septiembre, de pronto les entran unas ganas súbitas y desmesuradas por besarte y desearte "lo mejor". Y hablan de paz y amor y toda esa retahíla de poco originales frases aprendidas y repetidas hasta la saciedad en televisión. Que, por cierto, me dijeron unos neurólogos que es "neuroabrasiva"...

  Ayer una luna grande, sorprendentemente grande y redonda, iluminó los campos. Prendió luz sobre los ríos, y también jugó a desdibujarse, traviesa, sobre el mar. La mañana en la costa tenía una neblina lánguida, pero ha ido dando paso a una claridad cada vez mayor, a una luz poco común en estas fechas. Y, entonces, la gente ha pasado de convenciones y se ha lanzado a la calle en chándal; y corrían, y paseaban, y jugaban con sus perros saltarines. Y sus niños correteaban por el parque. Y la gente reía y se abrazaba.
  El actual Papa ha hablado de excesos, derroche y prepotencia. Y los pájaros cantaban.

  Y, por primera vez en mucho tiempo, bajo esa claridad inusual, y tras la luna que no dejó que el mundo se oscureciera anoche, he sentido que no mandaban sobre nosotros ni El Corte Inglés, ni Armani, ni los videojuegos, ni las muñecas sin cerebro ni cintura, ni tan siquiera el PP. Qué liberador. He sentido la magia de la Navidad, porque sentía a esas personas jugar, correr, tomar el sol y abrazarse sin artificios. En su esencia. Ajenos al mundanal ruido.

  Y tanta luz me ha llenado de esperanza... Al repostar, la empleada de la gasolinera me ha dicho que la luna fría da suerte. ¿Y si es verdad? ¿Y si la luna potente nos ha hechizado, inyectándonos su energía positiva, y el mundo puede caminar hacia adelante, sin volver nunca más atrás?




Una pareja separada por el Muro de Berlín por fin logró casarse tras su caída en 1989. Lo celebran, alegres, en la ciudad liberada...
(Foto realizada por Thomas Räse y expuesta en el Museo de la Historia de los Alemanes)




  Para más información: Sueño de un anochecer de verano. Luz en la noche. PromesasDesde el viento. ¿Quién puede volar?
  Bésame mucho: imágenes narradas de amores robados por la cámara de Enrique Moreno
  Reportajes sobre Derechos Humanos y Solidaridad recogidos en el blog
  Feliz Superación (mensaje de fin de 2014)


2 comentarios:

  1. Esperanzador y muy bien acompañado con las fotos, especialmente la de la pareja berlinesa.

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  2. Muchas gracias. Me alegra que guste mi inspiración, amable persona desconocida :-)

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