miércoles, 20 de noviembre de 2013

SOBRE LA ALARGADA SOMBRA DE WAGNER



Hace unos días paseábamos por la hermosa y musical ciudad de Leipzig, donde nació el brillante Richard Wagner. Controvertido como pocos, el autor de tantas óperas grandiosas marcó, para bien y para mal, a la mayoría de los músicos posteriores. Ninguno quedó indiferente y, por ejemplo, a la vuelta de Alemania en este Año Wagner he descubierto algunos de los lazos, y filias y fobias, que tuvo con grandes compositores vascos



Texto: Cristina M. Sacristán
Fotos: C. M. Sacristán, Conservatorio A. Isasi, Getxoko Udala y Familia Sorozábal


Memorial a Wagner en Gordeler-Ring, en Leipzig. Obra de S. Balkenhol, fue inaugurado en mayo.


 
  El bicentenario de Wagner lleva todo 2013 moviendo multitud de conciertos y eventos en Alemania. Muchas son las ciudades que se impregnaron de su inconfundible estilo y con las que tuvo que ver el potente compositor germano. Por ejemplo, Bayreuth, donde Wagner se construyó su propio teatro, evitando que se vea a los instrumentistas y brotando, así, la música debajo de las butacas... En Mainz, donde se desarrolló Gutenberg, firmó un contrato con Frank Schott. En el caso de Munich, coincidió con Richard Strauss, quien bebió las mieles de la Corte, hasta su declive. Wagner (1813-1883) contaba allí con su mecenas, Luis II de Baviera, con quien ideó un auditorio innovador, sin 'gallinero', en busca de la erradicación de las clases... Al rey loco no le hizo gracia que el teatro terminara en Bayreuth. En el Festival Anual de la Ópera de Munich, Wagner presenció su última gran creación antes de morir, Parsifal. Strauss desoyó a su padre, identificándose con Wagner en buena parte. Poco tenía que ver con su homónimo austríaco y sus valses...

  Aunque Wagner nació en Leipzig, pasó bastantes años en Dresde, tal y como recuerda el crítico de música Asier Vallejo. Imaginen lo que eso supondría para Leipzig, pues ambas localidades han rivalizado siempre, como suele ocurrir entre vecinas fronterizas. Aun así, Wagner solía regresar a Leipzig a menudo, con algún estreno, por ejemplo. También Berlín fue muy importante para el autor de Tristán e Isolda, pero Leipzig ha hecho honor a uno de sus hijos más ilustres, desplegando este año un importante programa de actividades en torno a la vida y obra de Wagner, con nada menos que 137 eventos. La mayoría, en mayo, y con ayuda de la Gewandhaus Orchestra. Pensando en los más pequeños -El Ring for Children, en el Musical Comedy Theatre- y hasta en los góticos, a través de un festival homónimo, con Parsifal incluida en el proyecto Wagner Reloaded - Apocalyptica meets Wagner.

  Berlín le ha echado un pulso, pues no ha querido quedarse al margen de grandes representaciones, si bien la música está en la atmósfera de Leipzig, por sus calles, y precisamente el espléndido palacio de la Ópera se encuentra en Augustusplatz, el corazón de la urbe de las grandes composiciones, enfrente del Gewandhaus, Palacio de Conciertos de una acústica extraordinaria. A mi paso, Wagner recupera su estela con la puesta en escena de El Oro del Rhin. Detrás de la Opera House, un memorial, el Schawanenteichanlage.

  Mendelssohn, Bach, Telemann, Schumann, etc. parecen tranquilos con su cuota de partituras en esta ciudad que abraza la música. De hecho, Wagner no protagoniza sobremanera la famosa ruta Music Trail, que recorre muchos rincones de Leipzig. Bautizado en Thomaskirche, la casa donde nació se situaba en Bruehl 3, y fue derribada en 1886. La de sus abuelos, en la II Guerra Mundial. Como los Schumann, era un asiduo del anciano Coffe Baum, donde degustaba placenteramente su famoso café. Hace un año, se reconstruyó el antiguo centro comercial contiguo a su casa natal para dar paso al Höfe am Brühl, un enorme centro plateado y con forma de piano. En su interior, se conserva parte de la fachada secular. Adosada, vemos la casa de Wagner. Bueno, en realidad la adivinamos, ya que los arquitectos idearon una forma de sugerir dónde se hallaba donde naciera el autor de Las Valkirias...



Junto al moderno Höfe am Brühl de Leipzig se distingue dónde estuvo la casa natal de Wagner.

 

  Bayreuth celebra anualmente el mayor festival wagneriano del mundo, en su colina verde, y este año ha compartido programa con Leipzig. En esta última se ha abierto el Richard Wagner Museum, en la antigua Escuela de St. Nicholas, donde él comenzó a estudiar. Leipzig fue denominada, gracias a Wagner, "capital del romanticismo". Y es que el enérgico compositor resultó una fuerza renovadora en Europa; para él, la ópera era "Gesamtkunstwerk", una "obra de arte total". Además de la música, creaba el libreto, con detalladas instrucciones de escena. Se implicaba con una visión humanista del arte, de la música. Con tan sólo 17 años su Obertura en B mayor fue estrenada, y muy aclamada, en la Comödienhaus. Sin duda, sí tenía algo de genio... Venecia es otra parada ineludible, pues fue en la magnética ciudad de los canales donde el músico falleció, el 13 de febrero de 1883.

  La figura de Wagner ha sido manoseada desde todo punto de vista: sus épicas óperas y su desafortunado El judaísmo en la música (1850), donde acusaba de incapaces a los judíos para elaborar música, lo erigieron en icono para muchos nazis. Además, varios de sus descendientes se adhirieron al macabro movimiento de Adolf Hitler. El propio Nietzsche, cuando se alejaba de él, hablaba de "experiencia de curación", y Clara Schumann lo describió, en Dresde, como "un hombre que no deja de hablar de sí mismo". Al parecer, su padre, Carl Friedrich Wagner, falleció de tifus en la Batalla de las Naciones, el mismo año en que él nació. Su viuda se casó con un actor en 1814, cuando toda la familia se trasladó a Dresde. Al fallecer el padrastro en 1821, todos regresaron a Leipzig. Richard era el noveno hijo. No fue un buen estudiante, pues le gustaba dedicarse a su música... Quizás esas pérdidas precoces propiciaron su lado neurótico y dominante, que tanto han subrayado sus detractores. Con todo, los expertos en música reivindican su aportación como autor romántico, y la sensualidad de su obra. No en vano fue compositor, director de orquesta, poeta, teórico musical y ensayista...

  Delante de un centro educativo, antes cuartel general de la Stasi, se alza un monumento a Wagner, creado por Stephan Balkenhol, mostrando al compositor en primer plano y, en segundo, una sombra alargada, pero que no se corresponde con la figura auténtica. En todo Leipzig, y en general en Alemania, los simbolismos están por doquier, y en esta escultura se pretende resaltar la imagen que se ha dado de un creador con defectos pero no culpable del uso que posteriormente dieran los fascistas a su legado.



Uno de los seculares instrumentos del impresionante Grassi Museum de Leipzig.




  Fue, y sigue siendo, alargada su estela... Hasta el punto de que un joven e ilusionado Andrés Isasi (Bilbao, 1890) se aventuró a ampliar sus estudios musicales en Berlín, en 1909, y tuvo ocasión de desarrollarse como discípulo predilecto de Engelbert Humperdinck, quien a su vez había sido colaborador directo de Wagner. Isasi disfrutó mucho de su aprendizaje en Berlín, hasta que estalló la Gran Guerra y tuvo que regresar a Getxo (Bizkaia, País Vasco), donde se concentraba, cerca del mar, para sus composiciones. Pero había asimilado de forma profunda la cultura germánica, recuerda el experto en su figura Mario Lerena. "Ya en 1913 compone un ciclo de Lieder sobre poemas de Heine", apunta el profesor, añadiendo que "a partir de este momento casi todos sus manuscritos llevarán indicaciones en alemán".

  Efectivamente, un despierto e interesante Isasi, "un creador nato", quien había vivido en la legendaria zona de Charlottenburg, plasmará un "estilo post-wagneriano en las obras sinfónicas" de la década posterior a su estancia en Alemania, "con sus amplias secciones de viento, armonías cromáticas, acordes de tipo tristanesco, en una especie de melodía infinita", especifica Lerena. Por ejemplo, el profesor superior de piano señala "la huella del Idilio de Sigfrido en el adagio de su Segunda sinfonía".





Un joven Isasi, de ojos llenos de horizontes, días antes de partir hacia Berlín, en 1909.





  También los compositores Jesús Guridi y Resurrección Mª de Azkue fueron "grandes seguidores de la obra de Wagner en esta época. Es un autor de referencia para los músicos vascos del momento, sobre todo para los que anhelan crear una gran ópera vasca", puntualiza Lerena. En cambio, Wagner sufrió un gran desprestigio en los círculos de la vanguardia española, tras la I Guerra Mundial, hasta el punto de que "Isasi transformó esta influencia wagneriana a lo largo de los años 20 y 30, para desarrollar un estilo mucho más personal y contemporáneo", informó Mario Lerena en el 123 aniversario de su nacimiento, el homenaje que se le rindió en el Conservatorio que lleva su nombre en Getxo. "Isasi es uno de los grandes prodigios musicales del País Vasco en esos años de Renacimiento cultural", apuntaba Lerena, "símbolo de dinamismo y modernidad" y "probablemente el mayor sinfonista vasco de su tiempo".

  Isasi desarrolló "su propio lenguaje un poco al margen de los dictados del mercado musical imperante, del gran público", siguiendo su camino, "sin traicionar nunca su integridad ni sus principios estéticos". Músico "cosmopolita y plenamente europeo", "inquieto e independiente artísticamente", su obra "tiene valor universal", como lo demuestran sus triunfos en Malmö y en Budapest, y fue capaz de hacer cantar a un mirlo con sus bellas composiciones. De hacernos volar...

 

Mario Lerena toca el piano restaurado de Isasi, en el homenaje que las JJ. de Patrimonio brindaron en Getxo al autor vasco.





 El estudioso y afanado Mario Lerena me contaba todo esto tras asistir, hace semanas en Salamanca, a un congreso sobre Wagner en la prensa. Sorprenden algunas de las conclusiones y charlas que allí confluyeron, como las relativas a "La entrada de los dioses en Lavapiés o la difusión de la música wagneriana entre las clases populares madrileñas (1909-1935)", de Gloria Araceli Rodríguez, o las que aluden a Wagner frente a Schoenberg, aludidas por Celia Martín pero analizadas en un artículo y dos poemas por Juan Eduardo Cirlot. El peso de Wagner en la Restauración madrileña pasó, también por sus detractores... En el caso de la prensa de Nueva York, ya recibió a Wagner a mediados del siglo XIX, según expuso Javier Albo, de la Georgia State University.

  Ahí habló Lerena de la aportación del "wagnerista" Isasi, frente a la onda nacionalista, tendente a rechazar "toda reminiscencia exótica en el arte vasco". Sus intentos por conjugar su lenguaje musical centroeuropeo con la tradición musical vasca le llevarían a una "difícil encrucijada estética e ideológica".

  Quien no dudó a la hora de posicionarse en las antípodas del estilo de Wagner fue Pablo Sorozábal Mariezkurrena (1897-1988), quien nació en Donostia-San Sebastián y murió en Madrid, pero estudió en Alemania. El musicólogo Lerena desarrolló su tesis sobre su música teatral, y apunta que "la grandiosidad del lenguaje wagneriano era algo hipertrófico y caduco para la mayoría de los jóvenes músicos de su época, y la vanguardia artística de la República de Weimar (en la que Sorozábal pudo beber) no fue una excepción al respecto. Precisamente los autores alemanes que creo que pudieron inspirarle buscaban lo contrario: un lenguaje directo, simple y mordaz; descargado de retóricas".


Reflejo en la prensa del éxito de Sorozábal en Leipzig.





  Lerena ha analizado la influencia del teatro germánico de entreguerras en las primeras creaciones escénicas de Sorozábal, debido a su "prolongada estancia en Alemania (1920-1932), coincidiendo con el auge de la Zeitoper alemana y el inicio de su propia carrera teatral". Sorozábal fue "uno de los últimos grandes compositores de zarzuelas y operetas en España, y uno de los que más éxito y popularidad alcanzó en este terreno, en su tiempo y hasta nuestros días". Por ejemplo, el actor británico y estudioso del teatro musical Christopher Webber apuntó en The Zarzuela Companion: "La mordacidad punzante y la fuerza casi perturbadora de su mejor producción pueden compararse a las de Kurt Weill en Alemania (...)". Incluso Muñoz Molina apuntó que "aventuras estéticas semejantes emprendían en los años 20 Bertolt Brecht y Kurt Weill en Berlín y los letristas de tangos en Buenos Aires. Sorozábal, que había aprendido tanto en Alemania, revela la música que estaba implícita en el esperpento mezclando sonoridades berlinesas y madrileñas".

 
  Precisamente la estancia alemana de Sorozábal transcurrió en Leipzig, hasta que asentó su fama como compositor teatral, y regresó, en 1933, a España. En Berlín estudió contrapunto con Friedrich Kohl, quien también había sido maestro de Kurt Weill algunos años atrás. "Esta formación germánica singulariza a Sorozábal entre la mayoría de artistas coetáneos españoles, que tenían París como principal centro cultural de referencia", señala Lerena. Aun así, no hay demasiados comentarios del propio compositor sobre su vida en Alemania, si bien he tenido la suerte de que su familia haya facilitado algunas imágenes expresivas sobre su trayectoria y vivencia en Leipzig.

 En una entrevista con Juan José Ugalde, contestó a la pregunta de a quién preferiría parecerse, si a Wagner o a Napoleón: "A ninguno de los dos. Parecen dos seres anormales y estúpidos. A Wagner, que es un genio de la música, le daría unas tijeras y le diría: ¡de aquí a aquí, fuera! Porque se puede ser un genio, pero no un pesado. Y a Napoleón le mandaría con Franco. Uno mas".


  En cualquier caso, Sorozábal fue marcado por la musical Alemania, y obtuvo notables éxitos con sus creaciones. Es posible que echen en falta datos, que se hayan quedado por el camino, aunque esta periodista afanada confía en haberles sorprendido en algo, y desde luego espero que mis fuentes, deseosas de que la divulgación musical salga de los círculos académicos, vean en este post una ventana más a la información para todos los públicos. Al igual que ocurre, de forma habitual, en la culta Centroeuropa...




Imagen de Pablo Sorozábal, en su casa de Leipzig, en la década de los 20 del s. XX.






Para más información: Leipzig, la música tiene alas (El Tintero, 11 de noviembre)
Página web sobre el Año Wagner
Reportaje sobre el homenaje a Andrés Isasi en Getxo  (Deia, 27 de octubre)
Reportaje sobre Guridi, 50 años después de su muerte  (Pérgola, mayo 2011, pág. 31)
Ruta de las Partituras. Tras las huellas de Wagner, Bach, Schumann...  (revista ON, 2 de noviembre de 2013. Págs. 34-39)
Revista Scherzo. Artículo de Isasi, por Asier Vallejo
Blog Los colores de la Música, de la experta Mercedes Albaina


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